martes, 25 de octubre de 2011

Pasado.

Se aferra, se amarra hasta con la más mínimas de sus fuerzas a que lo que le dice no sea cierto. Pero parece que la realidad cae sobre ella. El cielo, el mundo se le desmorona sobre sus espaldas, todo lo que había construido se rompe sobre ella de la manera más dolorosa que jamás había conocido. Su corazón no lo soporta y por un momento se para, y cuando vuelve a reaccionar empieza a deslizarse fuera de sí en forma de lágrimas. No respira, ese no es su aire, no el que hasta ahora respiraba, y le pesa como si fuera cemento dentro de sus pulmones. No quiere mirarse al espejo, y el más mínimo movimiento que tiene que realizar le duele como si un millón de agujas se clavasen sobre ella advirtiéndole de que si da un paso más ella y su corazón terminarán por resquebrajarse como si de fino cristal se tratase. Pero tiene que seguir, duele, claro que duele, pero tiene que seguir. La sonrisa que siempre estaba dibujada en su cara, como si un bidón de acetona se hubiese derramado sobre su boca, desapareció. Intentó pintarla durante meses y meses, pero nunca volvió a ser la misma. Tan solo eran garabatos, copias baratas de lo que un día fue. Ni si quiera consiguió reunir todos los pedazos de su roto corazón, puesto que uno se perdió, se fue con él, y SIEMPRE seguirá con él. A pesar del dolor, se levantó con más o menos facilidad. Aún hoy sigue tropezando, pero sabe que se tiene que levantar y que ese pedazo está en buenas manos y que conseguirá mantener una promesa que hace tiempo hizo de una manera o de otra. Esa esperanza la mantiene viva, oír su voz y su risa le dan la fuerza suficiente para seguir luchando por cumplir la promesa. Sabe que sus cicatrices nunca terminarán de sanar, pero también sabe que con el tiempo aprenderá a vivir con ellas.
"No olvides lo que un día fuiste, pero no permitas que eso te impida continuar"

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