sábado, 30 de noviembre de 2013

Y los sueños, sueños son.

El número 30, desde que apareciste, es mi debilidad. Es el reflejo de cada uno de los días que te he tenido a mi lado y de los que he ansiado que estuvieras más cerca. Me recuerda que aún dueles y que, aunque me lo propusiese, no podría olvidar que de alguna manera formas parte de mi vida.
Es curioso cómo la distancia crea esa sensación de que lo nuestro ha sido un sueño y, en cierto modo, es verdad. Dicen que se sabe cuándo estás soñando porque no recuerdas cómo has llegado al punto en el que estás, y así me sentía y me siento yo: no sé cómo llegué a amarte tanto, no sé cómo cada día llegaba te amaba y volvía a la cruda realidad, no sé cómo he llegado al punto de tenerte tan lejos hoy. Tan lejos que el echarte de menos se me queda corto para expresar lo que siento.
Siento que sólo me ata a la poca cordura que me queda un fino hilo, el cual sólo tú tienes el poder de reforzar o romper definitivamente.Tampoco sé cómo he llegado a quererte tanto como para poner mi cordura y, más importante, mi corazón en tus manos cuando ambos son tan frágiles.
No sé de dónde saco las fuerzas para seguir luchando contra el tiempo, pero a veces sospecho que es tu sonrisa la que me saca de mil apuros, la que me hace continuar por verla de nuevo, la que me salva de mis precipicios.


'Si pudiera abrazarte tan fuerte que pudiera quedarme dentro para siempre, moriría por ti como mueren los valientes.'

jueves, 28 de noviembre de 2013

¿Y si me rompo de una vez?

Aún me pregunto cómo me puedo seguir rompiendo de esta manera cuando paso por delante de aquel lugar donde solíamos gritar. Cómo me rompo cada vez que veo un recuerdo tuyo reflejado en cada esquina de mi habitación, en cada calle que recorro a diario. Algunos dirán que ya ha pasado suficiente tiempo como para que siga rompiéndome de esta manera, que si sigue siendo así es porque quiero. Y quizá estaría de acuerdo con la segunda parte; no quiero dejar de luchar ni aunque esta lucha me rompa definitivamente. Jamás he apostado tanto por nadie, y créeme si te digo que a veces flaqueo y me gustaría abandonar, pero entonces aparece tu sonrisa en mi cabeza y se desvanecen todas mis dudas. A veces también quiero odiarte pero no puedo, por irte y dejarme aquí rodeada de recuerdos infinitos, con canciones a mis espaldas que no puedo escuchar sin partirme por la mitad, con esperanzas de que algún día se haga realidad ese sueño que tuvimos una vez, y por el que, al menos yo, sigo luchando. Me pesan los días y muero un poco cada día que no escucho tu voz y sobrevivo a base de fotografías, vídeos y memorias guardadas en aquel cajón.
Jamás pensé que querría hasta tal punto que doliese físicamente, hasta el punto de querer dejarlo todo y huir de tu mano. Y sin embargo aquí me tienes, con lo que queda de mi corazón en la mano ofreciéndotelo en bandeja de plata para que lo arregles como siempre haces, o para que lo destruyas definitivamente. Echar de menos se queda corto para lo que siento ahora mismo.

domingo, 17 de noviembre de 2013

La mayor apuesta.

Creí que había regresado, pero descubrí que realmente nunca me había ido, que él seguía siendo mi luz guía, mi puerto seguro. Fueron horas a su lado, pero horas que necesitaba como el respirar y horas que me hicieron recordar lo que ya sabía: que daría igual el tiempo que pasase, le seguiría queriendo; que daría lo que fuese por verle sonreír. Solo hace unas horas que me separé de su calor y el frío invade cada espacio de mi cuerpo. En realidad, no sé si es el frío o su ausencia, sólo sé que duele más que nunca. Creí que ya había superado mi problema con las despedidas, que después de tantos 'adioses' no dolería tanto, y sin embargo me equivoqué (como de costumbre). Con cada despedida se escapa parte de mí y se queda con él. Pasar las manos por su espalda y recorrer cada una de las autopistas que creo con mis uñas fue un juego de niños, y hoy duele recordarlo si no le tengo a mi lado esta noche. Besarle fue una vez más una aventura, un reto que hizo que cayese más aún en su gravedad. Las noches son eternas si no le tengo matando monstruos a mi lado cuando me voy a dormir. Y es que en sus ojos esconde la cafeína que provoca mis insomnios y en sus labios la heroína que me hace más adicta a él si cabe.
Quizá, como todos me dicen, me equivoque al apostar por él, por un futuro 'nosotros', pero seguiré apostándolo todo al 30. Mi corazón seguirá en el tablero hasta que él decida si quiere mantenerlo o retirarlo del juego. Es la mayor apuesta que quizá nunca haya hecho, pero merece la pena si el premio es estar a su lado. Me tiraré de cabeza y sin paracaídas hacia él aún sabiendo que la caída es inminente. Y sé que es una locura, pero, ¿qué es el amor si no locura?
'Vivo esperando siempre que tú me cuentes que vivo adentro de lo que sientes'