lunes, 22 de febrero de 2016

El laberinto.

Otra vez el maldito frío se ha colado por mis costillas y ha dejado congelado cualquier resquicio de calor. Otra vez esta puta sensación de vacío, como mi cuarto cuando no estás, como mi corazón cuando te ve marchar. Llegaste sin avisar, sin llamar a la puerta, como un huracán. Mojaste cada centímetro de mi piel como una tormenta de verano, y me estremeciste al primer roce de tus dedos por mi piel. Me he aprendido de memoria el lugar exacto del lunar de tu nariz y reconocería tus besos en cualquier rincón del planeta. Aún no entiendo qué me has hecho, qué muralla has roto para haberme hecho tan vulnerable a tus caricias, pero se siente bien. Lo has hecho fácil desde el minuto cero, y has conseguido que me pierda en el laberinto de tus miradas. Y sin embargo, no necesito ningún ovillo mágico para encontrarte siempre al final del camino.
Gracias, gracias por haber aparecido, por quedarte a tu manera y hacer nuestro cada pequeño instante.
Gracias por cambiar las reglas del juego y no soltarme nunca.
Pero sobre todo gracias por ser tú y recomponerme con los abrazos que sólo tú sabes darme.

lunes, 1 de febrero de 2016

De tus idas y venidas.

Sálvame o déjame caer, pero no me dejes colgando de tu mano.
No me prometas la luna si mañana me vas a quitar el cielo.
Por favor, no me pidas que grite tu nombre si en un instante me vas a quitar el aliento.
Dime adiós si de verdad lo sientes, pero no me digas hasta luego si vas a huir de mí.