lunes, 16 de septiembre de 2013

Ain't no sunshine when he's gone.

Fue en aquel abrazo en el que se rompió definitivamente, fue en aquel preciso instante en el que no quiso soltarle, en el que deseó más fuerte que nunca que se detuviese el tiempo y no se marchase. Pero el tiempo corre, y el reloj no da un respiro a nadie. Y se fue. Dejó tras él una estela de recuerdos felices que quemaban más que el hielo que comenzaba a formarse en ella. El invierno se instaló en su corazón cuando ni siquiera había empezado el otoño y le envolvió un frío helador. No podía sacarse de la cabeza sus palabras, pero sobre todo esa última mirada que le atravesó el alma y con la que tanto le dijo sin mover los labios. Promesas de un futuro se quedaron en el aire, esperando que pasase el tiempo lo más rápido posible y sin dolor.

viernes, 6 de septiembre de 2013

Tic-tac.

El tic-tac de su reloj parecía ir más rápido de lo normal, y ella quería detenerlo, parar el mundo en ese instante y tenerle siempre a su lado. Tic-tac, tic-tac su abrazo se relaja. Tic-tac, tic-tac ambos se despiertan. Tic-tac, tic-tac las maletas en la puerta. Tic-tac, tic-tac el beso de despedida.
Nunca se le dieron bien las despedidas, pero cuando se trataba de él la cosa iba a peor. Se rompía por dentro y una parte de ella se iba con él cada vez que marchaba. Pero esta vez era la definitiva y no sabía si volvería y con él, su corazón. Intentaba aprovechar cada mínimo instante que tenía a su lado, apostaba todo al 30 y se dejaba llegar. Pero entonces llegaba el maldito calendario para recordarles que había que tachar un día más.

domingo, 1 de septiembre de 2013

'Y lo mejor de toda esta historia...

Se perdió en la peligrosa curva de su sonrisa y fue a parar a su lunar. Y de ahí a sus ojos que de nuevo brillaban casi tanto como entonces. Se perdió en el movimiento de sus dedos acariciando las cuerdas de su guitarra "Arquitecto" y un escalofrío le sorprendió mientras el sonido de su voz le hechizaba. Abrazaba cada pequeño detalle, cada instante, cada gesto aparentemente insignificante como si fuese a ser el último a su lado y es que el miedo le recordaba que cualquiera podía serlo. Entonces él le abrazó y desaparecieron todos sus miedos. Sonaba McEnroe y el mundo a su alrededor desaparecía bajo sus pies mientras ella se hundía un poco más en su pecho, entre sus brazos, e impregnaba su piel con su olor. Cerró los ojos y se sintió lejos, muy lejos del mundo que ambos conocían, lejos del daño que pudieran hacerse, de los kilómetros que pudieran separarles y se sintió cada vez más cerca de él, como si se fundiese, como si ya no pudiese amarle más fuerte.
...lo mejor es que yo a ti te quiero,
y el amor con el que yo te quiero
no lo tira ni el frío ni el viento'