viernes, 28 de octubre de 2011

Fuera de gravedad.

Suspira y le mira a los ojos esperando una repuesta a su pregunta indirecta. Él le responde cogiéndola de la mano y apartándola del resto del mundo con un beso. Y justo en ese instante comienza a llover como si el cielo tuviese envidia. Envidia de lo que acaba de comenzar, envidia del latir de esos dos corazones emocionados e ilusionados con el incierto futuro, que no sienten el frío de la noche y de cada una de esas gotas de lluvia debido a su calor. La lluvia es lo único que consigue recordarles que el reloj sigue marcando cada segundo y las manecillas de ese mismo reloj avanzan creando a cada segundo un recuerdo más entre ellos.

martes, 25 de octubre de 2011

Pasado.

Se aferra, se amarra hasta con la más mínimas de sus fuerzas a que lo que le dice no sea cierto. Pero parece que la realidad cae sobre ella. El cielo, el mundo se le desmorona sobre sus espaldas, todo lo que había construido se rompe sobre ella de la manera más dolorosa que jamás había conocido. Su corazón no lo soporta y por un momento se para, y cuando vuelve a reaccionar empieza a deslizarse fuera de sí en forma de lágrimas. No respira, ese no es su aire, no el que hasta ahora respiraba, y le pesa como si fuera cemento dentro de sus pulmones. No quiere mirarse al espejo, y el más mínimo movimiento que tiene que realizar le duele como si un millón de agujas se clavasen sobre ella advirtiéndole de que si da un paso más ella y su corazón terminarán por resquebrajarse como si de fino cristal se tratase. Pero tiene que seguir, duele, claro que duele, pero tiene que seguir. La sonrisa que siempre estaba dibujada en su cara, como si un bidón de acetona se hubiese derramado sobre su boca, desapareció. Intentó pintarla durante meses y meses, pero nunca volvió a ser la misma. Tan solo eran garabatos, copias baratas de lo que un día fue. Ni si quiera consiguió reunir todos los pedazos de su roto corazón, puesto que uno se perdió, se fue con él, y SIEMPRE seguirá con él. A pesar del dolor, se levantó con más o menos facilidad. Aún hoy sigue tropezando, pero sabe que se tiene que levantar y que ese pedazo está en buenas manos y que conseguirá mantener una promesa que hace tiempo hizo de una manera o de otra. Esa esperanza la mantiene viva, oír su voz y su risa le dan la fuerza suficiente para seguir luchando por cumplir la promesa. Sabe que sus cicatrices nunca terminarán de sanar, pero también sabe que con el tiempo aprenderá a vivir con ellas.
"No olvides lo que un día fuiste, pero no permitas que eso te impida continuar"

jueves, 20 de octubre de 2011

Pura nostalgia.

Las fechas se repiten. El calendario vuelve a escribir los mismos números, cambiando solo el final, recordándote todos los pasos dados hasta ahora, tiempos mejores y peores. La nostalgia vuelve a inundar otra vez esa habitación que es su corazón, sacando a flote los recuerdos más felices que a la vez son los más tristes. Los versos de Neruda del poema número 20 explican a la perfección esa nostalgia que a veces la supera, sobre todo al caer la noche cuando todas las presiones del día se hacen más fuertes y los recuerdos, más nítidos. Unos versos de Catulo también hacen que se humedezcan sus ojos y desee volver... ("Nox est perpetua una dormienda nobis") Volver a esas noches de verano en las que todo era perfecto, volver a perderse entre cada una de esas risas,entre cada uno de esos torbellinos que eran su pelo y sus ojos y de ese sentimiento que tanto echa de menos. Sabe que no puede vivir de recuerdos, pero aunque ella quisiese, no podría borrarlos...  Moccia da alguna que otra pauta de cómo poder sobrevivir a ellos, pero también deja claro que vuelven, siempre vuelven y con más fuerza que la anterior.."No hay nunca un porqué para un recuerdo;llega de repente así, sin pedir permiso. Y nunca sabes cuando se marchará. Lo único que sabes es que lamentablemente volverá. Aunque por lo general son instantes. Y ahora sé cómo hacerlo. Basta con no detenerse demasiado. En cuanto llega el recuerdo, hay que alejarse rápidamente, hacerlo en seguida, sin miramientos, sin concesiones, sin enfocarlo, sin jugar con él. Sin hacerse daño..." Cuanta razón encierran estas palabras, sin embargo en la mayoría de ocasiones somos masocas, más de lo que pensamos, y jugamos con esos recuerdos todo lo que podemos y más. Lo peor es que la mayoría de estos recuerdos vuelven con tanta intensidad que quieres retroceder en el tiempo para revivirlos, cuando sabes que eso es imposible y eso hace que duela más.
Ella lo sabe. Pero sigue jugando, sigue recordando como los primeros rayos de sol se colaban por aquella ventana y la despertaban junto con los "Buenos dias" más dulces que nunca tendría. Momentos de felicidad. De la felicidad más loca, más arriesgada y en el fondo más dolorosa que había conocido. Recuerdos de amor. Ese sentimiento que tanto echa de menos.


  
"Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso..."

lunes, 10 de octubre de 2011

¿Capaz o incapaz?

Ella veía tras la ventana cómo llovía, cómo cada gota se iba resbalando por el cristal que la separaba de la realidad. Sentía que cada gota que caía era un recuerdo, un recuerdo de ese sentimiento que un día les desbordó. Recuerda como por cada poro de su cuerpo se escapaba un poco de ese sentimiento pero no se perdía, y que cada día este les llenaba más, pero también recuerda que lo que fue motivo de su unión fue también el detonante de su separación.Nunca fue fácil decir adiós, porque cualquiera podía ser el último, pero decidieron jugar a un juego, en el que los dos saldrían vencedores, y siempre volverían a encontrarse. El juego no es fácil, pero las palabras atenúan el dolor y su carcajada, su voz, son los motores para continuar el juego. Desde luego no parece sencillo, pero prometieron que el juego duraría para siempre, y así, nunca perderían, cada día ganarían, un poquito más.Y así es, el tiempo sigue corriendo, y la carrera no cesa. El juego continúa, el anillo sigue girando, esperando volver a ser intercambiado.

martes, 4 de octubre de 2011

Onírico.

Suena la música y cierra los ojos. Y ahí está él, resonando con cada recuerdo en su cabeza como cada una de las notas que reproduce en ese mismo instante su móvil. Suena una melodía melancólica, nostálgica, esa que trae consigo los recuerdos más felices que puedes llegar a imaginar, pero que ahora, de tan felices, son como un sueño que quisieras hacer realidad de nuevo. Lejanos. Sí, todo queda demasiado lejano, pero no olvida ese sueño, ese que cada noche vuelve como si estuviera pidiendo a gritos que no le olvidase. Sonríe, por el simple hecho de que la idea de olvidar todo eso se le presenta como imposible, y sonríe despreocupada. Conversaciones a altas horas de la mañana de un mínimo de una hora que le sacan una sonrisa, y cuando intenta hacer un resumen de lo hablado, solo puede acordarse de lo que le ha hecho reír, de la carcajada tan sincera que le ha arrancado alguien en mucho tiempo. Eso es lo que de verdad define como felicidad, como paz, como unión con ese sueño que todavía le persigue cada noche. Sí, sabe que si muchos entraran en su cabeza, en sus recuerdos, pretenderían acabar con cada pensamiento y recuerdo que le hace volver atrás en el tiempo. Pero por suerte, eso no se lo puede quitar nadie.
Sueña con despertarse y poder abrazarle de nuevo, sueña con no despertar ya que es el único modo que tiene de verle, pero también sabe, que cada día que pasa, el recuerdo se hace más fuerte y que la necesidad de verse de nuevo, les volverá a juntar.