martes, 27 de enero de 2015

Oblivion

Olvidas que te olvidé
que pensé que ya estabas muy lejos
Olvidas, corazón,
que fuiste tú el que huyó
Que fuiste tú el que se cargó
nuestra primavera con el invierno de tu voz
cuando te fuiste.
Fuiste, fuimos grandes,
nos creímos gigantes,
que nada podría tocarnos
que nada podría matarnos
que nada podría encerrarnos
y así, acabamos siendo nuestros propios tiranos.
Olvidamos el dolor, olvidamos
que por un instante olvidé
y volvimos a perdernos entre besos,
entre versos, entre nuestros dedos.
Se quemaron las lágrimas,
se fundieron nuestras lenguas.
Olvidando por un segundo eterno

que un día nos dimos el mundo entero.

Queriéndo(te) que es gerundio.

Quizá sepa con demasiada certeza que me estoy equivocando
que jugué con fuego y me estoy quemando
pero no soy capaz de apartarte de mi lado.
Tal vez en el fondo me estoy recuperando
y puede que este solo vuelva a ser el principio que estábamos esperando.
Nunca he dejado de escribirte,
y dicen que ciertas palabras no dejan de reflejarte
que quizá perdí demasiado tiempo intentando olvidarte

y que ese sea el problema, que no he conseguido apartarte.

Confesiones.

Siempre he sido alguien que se aferra a sus sentimientos con demasiada fuerza, me he abrazado a la última milésima de segundo que me quedaba de un beso y he vuelto con demasiada frecuencia a los recuerdos de algo, o más bien alguien, que me hizo tan feliz como para que sigan existiendo ciertas cicatrices. Sí, esas que cuando va a llover duelen. Quizá por eso he derramado tantas lágrimas por esperar que se cumpliesen mis expectativas, por creer que una brizna de lo que fuimos sigue en su interior, por esperar que cuando más lo necesito darán la mitad de lo que yo daría.
Pero entonces, me sorprenden con la tontería más grande, pero que para mí es el mundo entero y cobran sentido los minutos, los días, los meses o incluso los años de espera. Una llamada inesperada, un mensaje de ánimo cuando más lo necesitas y no has dicho nada, un abrazo por la espalda, un beso sorpresa en la mejilla... pequeños detalles que pueden parecer insignificantes y que sin embargo son los que más vida dan a mis días.