lunes, 9 de noviembre de 2015

Del todo a la nada.

Dibujé carreteras en tu espalda con mis uñas
mientras tú me hacías tuya con cada caricia,
con cada beso en cada rincón escondido de mi cuerpo.
Me quedé dormida al calor de tus abrazos,
y desperté con la luz de tus ojos que me observaban soñar contigo.
Me aprendí de memoria cada uno de tus gestos,
el lugar exacto de aquel lunar en tu cara
y la sonrisa que dibujabas cada vez que hablabas de tus pasiones: la música y la pintura.
Fuiste un mundo, mi mundo.
Y digo fuiste porque entonces caminaste entre mis escombros,
y hoy ya no quedan ni las cenizas.
Soplaste cada gramo de ti que quedaba en mí
con el balazo directo a mi corazón cuando desapareciste
y pasaste a ser nada más que una foto colgada en la pared.
Pudiste ser todo y te has quedado en nada;
te pude dar tanto y no quisiste ni las migajas.

Ahora tú me has olvidado, no recuerdas casi ni mi nombre.
Ahora yo no recuerdo quién eres, ni cómo de alto me hiciste volar.

Maldita la casualidad.

Te busqué tantas noches sin saberlo que encontrarte aquel día detrás de cada casualidad fue lo más irreal que me había pasado en mucho tiempo. Las casualidades y yo no nos llevamos demasiado bien, y aunque yo la amo, siempre pone distancia de por medio entre mi corazón y mi pecho, y hace que la odie como a pocas cosas en la vida. 
Cada día le pregunto por qué te tuvo que poner en medio, por qué permitió que me dejase llevar de esta manera hasta destruirme mis finales y dejase abierta la puerta que otros cerraron de un portazo. Maldita ella entre todos devenires del cosmos. 
Maldito tú entre todos los tequilas de aquella ciudad.
Maldito este corazón que sin quererlo te echa de menos.

domingo, 8 de noviembre de 2015

Deberes.

Te debo mil noches de insomnio con tu nombre,
cien noches pegada a tu voz.
Te debo despedidas y bienvenidas entre tus brazos,
tantas noches eternas de verano
que desde que el frío se instaló en mi cama
ya no sé cómo entrar en calor.

He perdido la cuenta de los besos que te debo,
de abrazos que se quedaron en la reserva,
de 'te quieros' a punto de estallar.

Aún no entiendo cómo conseguiste
abrirte paso entre mis muros,
cómo abriste corazón y piernas,
cómo erizaste mi piel con tan sólo mirarme
como solo TÚ me miras.

Te debo días que nos quedan por vivir
y distancias que destruir.

Te debo tanto que me has dejado pobre con tu ausencia,
esa de la que ya no sé huir,