sábado, 30 de noviembre de 2013

Y los sueños, sueños son.

El número 30, desde que apareciste, es mi debilidad. Es el reflejo de cada uno de los días que te he tenido a mi lado y de los que he ansiado que estuvieras más cerca. Me recuerda que aún dueles y que, aunque me lo propusiese, no podría olvidar que de alguna manera formas parte de mi vida.
Es curioso cómo la distancia crea esa sensación de que lo nuestro ha sido un sueño y, en cierto modo, es verdad. Dicen que se sabe cuándo estás soñando porque no recuerdas cómo has llegado al punto en el que estás, y así me sentía y me siento yo: no sé cómo llegué a amarte tanto, no sé cómo cada día llegaba te amaba y volvía a la cruda realidad, no sé cómo he llegado al punto de tenerte tan lejos hoy. Tan lejos que el echarte de menos se me queda corto para expresar lo que siento.
Siento que sólo me ata a la poca cordura que me queda un fino hilo, el cual sólo tú tienes el poder de reforzar o romper definitivamente.Tampoco sé cómo he llegado a quererte tanto como para poner mi cordura y, más importante, mi corazón en tus manos cuando ambos son tan frágiles.
No sé de dónde saco las fuerzas para seguir luchando contra el tiempo, pero a veces sospecho que es tu sonrisa la que me saca de mil apuros, la que me hace continuar por verla de nuevo, la que me salva de mis precipicios.


'Si pudiera abrazarte tan fuerte que pudiera quedarme dentro para siempre, moriría por ti como mueren los valientes.'

No hay comentarios:

Publicar un comentario