viernes, 6 de diciembre de 2013

Perdió el rumbo.

Llegó sin aliento, sin poder respirar apenas y es que el aire le pesaba como si fuese plomo entrando en sus pulmones. Sin poder más, cerró la puerta tras de sí repitiéndose una y otra vez las palabras que él le había dicho tratando de darles un sentido que no lograba encontrar. No podía moverse, las articulaciones no le respondían y cayó de rodillas al frío suelo de su apartamento. No podía creerse lo que acaba de suceder, prefería pensar que era una pesadilla y se pellizcaba una y otra vez intentando despertarse de aquel mal sueño. Pero no, dolía demasiado como para ser un sueño.
Despertó acurrucada en el suelo, bañada en lágrimas, abrazándose las rodillas y rezando porque lo que había pasado fuese una broma pesada. Pero en el fondo de su corazón, algo se había roto, él la había despertado del sueño más bonito de su vida y eso la rompió tanto, que nunca volvió a ser la misma. Se había ido y con él todas sus esperanzas, todo lo que había soñado.
Día tras día, reconstruía aquella tarde tratando de averiguar dónde se perdió, y siempre llegaba a la misma conclusión: en aquel último beso, en aquella última mirada fue donde ella se perdió. Donde ella dejó de ser tal y como la conocían, donde rompió su inocencia y su sonrisa y, sin embargo, donde empezó a saber lo que era pelear por lo que quería.
 "No comprendo a dónde quiero ir, de dónde vengo"

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