lunes, 16 de septiembre de 2013

Ain't no sunshine when he's gone.

Fue en aquel abrazo en el que se rompió definitivamente, fue en aquel preciso instante en el que no quiso soltarle, en el que deseó más fuerte que nunca que se detuviese el tiempo y no se marchase. Pero el tiempo corre, y el reloj no da un respiro a nadie. Y se fue. Dejó tras él una estela de recuerdos felices que quemaban más que el hielo que comenzaba a formarse en ella. El invierno se instaló en su corazón cuando ni siquiera había empezado el otoño y le envolvió un frío helador. No podía sacarse de la cabeza sus palabras, pero sobre todo esa última mirada que le atravesó el alma y con la que tanto le dijo sin mover los labios. Promesas de un futuro se quedaron en el aire, esperando que pasase el tiempo lo más rápido posible y sin dolor.

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