miércoles, 26 de junio de 2013

Take my breath away.

Él siempre tuvo ese don. El don de aparecer cuando más le necesitaba con su pícara sonrisa, con sus locuras, con ese saber hacer que me olvide del resto del mundo, con sus abrazos astrománticos. Consigue que cuando estamos juntos, no importe nada más que el aquí y ahora, sin importar qué pudo hacernos hace un par de meses o incluso minutos, sin importar si quiera si mañana seremos los mismos que hoy. Hace que todo gire alrededor de su sonrisa y de ese lunar que se convirtió aquel 30 en mi estrella polar.


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