La suerte que besó mi libertad.

Acordes de una vida en curso, y tú, como siempre, mi nota preferida. No sé cómo, pero hace un tiempo supiste cómo hacerlo. Supiste cómo tocar las cuerdas exactas de mi corazón, como si de una guitarra se tratase, y sin remedio me enamoraste. Esa melodía fue y sigue siendo tan perfecta, que aún hoy no puedo sacarte de mi cabeza, pero sobre todo de mi corazón. Aquella tarde me dejaste sin aliento, y poco a poco sólo podía respirar si tú estabas cerca. Creo que así fue, me robaste el alma en un suspiro y aquí sigo, sin cura, perdida en ti. Eres la droga más dulce que pueda existir, mi adicción diaria, de la que no quiero remedio. Eh, gracias.

"Tú, la nota que jamás se olvida"