lunes, 14 de enero de 2013

Fui cosiéndote a mi clavícula.


Quizá es demasiado tarde para intentar escapar de tus brazos y arrepentirme de haberme enamorado, y probablemente, ni si quiera necesite arrepentirme ni escapar. La comodidad y el calor de tus (a)brazos , no los cambio por nada; la suavidad de tus labios es una droga de la que ya no me quiero desenganchar. Apareciste de casualidad, como lo más bonito de mi vida, haciéndome reír desde el primer momento en que crucé una palabra contigo, cuando más lo necesitaba; y desde entonces no has dejado que me alejase ni un centímetro de ti. Me fuiste ganando poco a poco, hasta que un día me di cuenta que no podría sobrevivir al día a día sin ti, que mis días iban a ser mucho más grises si tú no estabas en ellos. Y desde ese momento, decidí, que no podía dejarte escapar, que cada segundo a tu lado era un regalo que no iba a desaprovechar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario