Era sencillo. Tan sencillo como que al mirar sus ojos viese
si felicidad reflejada en ellos. Tan sencillo como ver cómo ese lunar tan
característico suyo se estira hasta convertirse casi en una línea por la
sonrisa que se dibuja en su cara. Tan sencillo como sentir esos labios que
tanto le gustan posándose en los suyos, mientras compiten entre ellos con el
hambre voraz de ellos que les provoca el deseo. Era y es tan sencillo hacerla
feliz con detalles tan pequeños como estos… Pequeños gestos, simples palabras,
miradas fugaces… cosas que algunos considerarían tonterías, pero detalles que
hacen que ella se levante cada mañana con la
misma imagen en la cabeza: él.
Se le eriza el vello cada vez que piensa en las veces que él
le abraza y hace que sienta que no hay nadie a su alrededor, cada vez que
recuerda el roce de su piel, cada vez que se imagina contando de nuevo los
lunares de su espalda, perdiéndose entre sus brazos… Se estaría horas viendo cómo
duerme, mirándole sin decir nada, disfrutando de cada pedacito de él; pero tiene
miedo de que sea un sueño y que cuando despierte, él ya no esté a su lado, pero
en el fondo sabe, que es una noche eterna.
"Te has convertido en mi nación, y yo eclipsado soy un faro a pleno sol".
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