martes, 15 de febrero de 2011

Llueve.

Miras por la ventana absorta en tus pensamientos y no te das cuenta de que te están observando, sin embargo cuando lo haces no te importa. Sigues ensimismada en cada pequeño detalle de esas frías gotas de lluvia que resbalan sobre el cristal. De repente un escalofrío. Frío, pero no un frío común, frío que te entumece aunque haga un calor horrible. Como si de una tormenta se tratase, un torrente de imágenes y sensaciones recorre tu mente. Recuerdos. No los puedes evitar, y es que ciertas fechas traen consigo toda su melancolía porque vienen acompañadas también de recuerdos que hacen daño. Recuerdos que creías guardados bajo llave, recuerdos a los que te creías ya insensible y sin embargo vuelven con fuerza. Y no puedes evitar asemejar esas gotas de lluvia a las lágrimas que un día derramaste. Lágrimas que ya no te quedan, lágrimas que son secas, lágrimas que ya no humedecen tus ojos cansados ya de tanto llorar...
A veces los pequeños detalles son los que más duelen.

"Susurraste que el pasado es sólo como un día malo..."

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