Huele a velas consumiéndose, mientras me guías por el pasillo por el que voy a tientas y a ciegas, como por tu vida. Entonces oigo la puerta abrirse, me destapas los ojos, y mientras los abro comienzo a oír Golosinas de Miss Caffeina de fondo. Y mi inocencia comienza a desnudarse y a perderse junto con mi aliento, ese que me robaste entre las mil caricias que repetiríamos aprendiéndonos de memoria.
Y entonces...caos. El precipicio al que nos asomábamos mientras jugábamos a ser gigantes se convirtió en un abismo. Quién nos iba a decir cuando dejábamos que el tiempo hiciese su función, que hoy seríamos sólo un recuerdo, que alguien ocuparía mi puesto y yo te buscaría en otros brazos.
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